Voces que callan por el hambre,
mientras la Luna, contempla
sus porqués,
haciendo surcos sus
sufrimientos
y estelas sus esperanzas que se disipan al amanecer,
un amanecer apagado, sin
grandes perspectivas de -
futuro.
No tienen lagrimas solo inocencia, miradas
perdidas
que buscan gritos de
derechos,
así se acuestan en sus lechos
de desconsuelo
hambriento.
No hay fundamento
para justificar tantas
calamidades.
Niños del tercer planeta.
Me cuesta digerir el pan, la leche y hasta la
fruta
pensando en esos hijos del
hambre,
maldiciendo a esos padres de
putas
que han sabido sembrar la
miseria
en el cielo del infierno.
No tengo voz pero si palabra,
no puede haber justicia
social
sin en ella creyera,
para redimir tanto
sinvergüenza
y hacer en este desprecio
mi insignificante guerra.
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