lunes, 4 de marzo de 2019

Érase una niña. Rosa Rodríguez Núñez.



Érase una tez mancillada, arena,  volátil;
éranse  cabellos  frente a  ojos lascivos,
érase el suspiro de una niña que  el desprecio sofocó.
Ojos tristes intensos ,mendigos de auxilio, éranse.
Éranse que se eran gritos mudos  y  una mordaza.
El  llanto de inocentes entonaban  un réquiem
y el velo del viento silbaba canciones de nanas.
Maldice  en silencio al  sanguinario,
escupe con asco   las babas del estupro.
Huele a podredumbre, desnuda, deshabitada,
rozan sus carnes la aspereza existencial.
Érase, dicen, un ángel detrás de cada una,
un ángel de aquellos que no dibuja el pintor.
Érase, la historia inacabada de una mujer.

1 comentario: