Érase una tez mancillada, arena, volátil;
éranse cabellos
frente a ojos lascivos,
érase el suspiro de una niña que el desprecio sofocó.
Ojos tristes intensos ,mendigos
de auxilio, éranse.
Éranse que se eran gritos
mudos y una mordaza.
El llanto de inocentes entonaban un réquiem
y el velo del viento silbaba
canciones de nanas.
Maldice en silencio al sanguinario,
escupe con asco las babas del estupro.
Huele a podredumbre, desnuda,
deshabitada,
rozan sus carnes la aspereza
existencial.
Érase, dicen, un ángel detrás de
cada una,
un ángel de aquellos que no
dibuja el pintor.
Érase, la historia inacabada de
una mujer.
Precioso!!!
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