Por donde el sol
despunta, tengo mi casa.
Es pequeña y se
esconde entre los álamos.
Sus paredes son
blancas, su patio alegre.
Hay flores y un
parral con mucha sombra.
Está la troje llena,
para el invierno.
En el hogar, dos
troncos de leña ardiendo.
Y tus manos tejiendo,
mientras vigilas
que se cueza la cena
en el caldero.
Ese retoño que llevas
en tu cuerpo
y calientas contigo
junto al fuego,
ya sabe de caricias y
requiebros
Acuéstate mujer, yo
velaré tu sueño.
Cuando el alba me llama,
ya estoy despierto.
El huerto está
tranquilo, suena un cencerro.
Echo a andar muy
despacio por el sendero,
el azadón al hombro y
el corazón contento.
Aún diviso mi casa sobre
aquel cerro.
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