Estragos hace el hambre, no llegan
los nutrientes necesarios, la vida
se queda en el momento anterior,
no así los trastornos que se suceden,
que aumentan, que no cesan, que llegan
con el tren de la pobreza
por la vía de la destrucción.
Por el túnel se colaron: racismo,
desigualdad, discriminación, el agua
contaminada,
las enfermedades que produce
al conjunto de personas que interactúan
entre sí, que llamamos sociedad.
¿Quién crea el conflicto, quién lo mantiene
ahí?,
que provoca la huida en desbandada,
con ella el racismo, el peligro de la
familia,
la depresión, la ansiedad, el miedo.
Ahí si que hay nutrientes suficientes
para nacer, crecer y aumentar la violencia,
el odio, la inseguridad, el peligro
a la integridad física y emocional.
¿Y qué decir de esa otra perla?
que marcamos con un veinticinco de
noviembre,
esa lacra que nos avergüenza
en la misma medida que
se extiende y pretende acostumbrarnos.
Si el lenguaje no ofrece representación
correcta de lo real, si no es fiable para
la ciencia,
que para la ciencia nueva “saber es poder”.
¿No se sabe de estas llagas, nada se puede
hacer?
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