domingo, 30 de octubre de 2016



UN NACIENTE AMOR
Cuando ya no esperaba
vuelos de pájaros, ni cantos de grillos
anunciando  mañanas bañadas de rocío,
ni  la voz del agua murmurando en un río
de riberas por sauces llorones besadas,
bajo las sombras de la luna,  un suave viento
disipaba la bruma que escondía la llama
de  un naciente amor.
Se dice que un casual acontecimiento
que nunca se olvida,
puede cambia tus sentimientos y tu vida.
Para mí fue el conocerle surgiendo de la nada
quien llenó mi senectud de nuevas esperanzas
cuando creía ya agotado mi destino,
mis convicciones olvidadas  y cerrados los sentidos
a nuevas pasiones.
Fuera de toda intención y toda lógica,
me  embrujaron sus  ojos, me prendé de su boca
y soñando con su amor, deseándole, me volví loca.
Todo lo que ocurrió después, fueron
sensaciones sin sentido, sombras movedizas a mi alrededor,
momentos prendidos de  ilusiones que cayeron
enamorándome de  un caballero, de un actor
que, saliendo  en la pantalla del televisor
 haciendo de pobre, de rico de barbián o de duque,
 me encandila, me subyuga,  me seduce.
Sí, amo pero estoy sola;
le busco y no le encuentro
y mecida en la quimérica ola de mi fantasía,
vivo y vibro mientras sueño.

Carmen Iriarte.

 

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