CITA
FINAL
Y
apareció entonces el Hombre de Músculo, sir Galahad,
y
con su boca carnosa, me absorbió fuera
de
los bosques del infecto que tanto nos gustaba recorrer
y
trazar sobre el aire.
Por
ello debo abandonarte vagando solitario
entre
los otoños desfallecidos del encantamiento
sigues
abriéndote paso.
Y
sigues siendo tan bello, Sir Galahad,
enredado
en tus pensamientos, medio huyendo
y
medio abrazando el vacío que tu imagen cubre,
con
intención de reemplazar, sin duda, la fatiga de ti mismo.
Pero
ya sangre de músculo hierve en mis venas
y
carne de músculo gime con su deseo,
y
me siento impotente, Sir Galahad, de asumir
demanda
alguna, salvo esta insustancial cita final contigo,
con
la cual asesino la última quimera del amor,
para
probar la verdad del deseo del músculo.
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