XX
Un caminito me
lleva
a la casita del
valle
donde se remansa el
río
y apenas molesta el
aire;
dan sus racimos las
parras,
medra el néctar de
la higuera
y, bajo su amable
sombra,
sobre un poyete de
piedra
una hermosa mujer
lava
mientras a su vera
juega
una morenita guapa
de ensortijada
cabeza.
La madre labora y
calla,
la niña rebrinca y
sueña.
Y era mi casa un
edén,
como un paraíso era
(pensaba, ufano,
bajando
por la empinada
ladera);
merecido parabién
que, en diez vidas
que viviera,
nunca hubiese
imaginado
me alumbrara tal
estrella.
_________
Una sombra, de
repente,
cruzó veloz el
sendero
y, trepando por los
riscos,
desapareció en el
cielo;
la perseguí con la
vista
-doblando hacia
atrás el cuello-
hasta que la estela
oscura
se confundió con el
vuelo
de un milano
brillador,
esbelto milano
negro.
Imaginábame
entonces
sobrevolando la
sierra,
entre cárcavas
umbrías
batidas por las
tormentas,
donde los neveros
paren,
de su gelidez
perpetua,
torrentes
devastadores
que braman de peña
en peña.
Me estremecí en un
instante
y mi cómoda
existencia
se rebelaba:
"!Ay milano,
ay milano, quién
pudiera!".
______________
Y era mi casa un
edén
como El Paraíso
era,
más, sin serpiente
y sin poma:
pobre Adán.....y
pobre Eva.
RAMON VALVERDE
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