EL SON DE LA LLUVIA
Sigo
la senda de la noche,
fumando
un pitillo.
Las
olas están enfadadas
y
discuten con la poesía.
El
charco que titila
me
muestra mi humilde figura,
como
la hoja del cerezo que prende y luego se va.
Lucho
en batallas ardientes de amor,
desoladas
y abrasadas por el fuego del maíz equivocado
como
un grano de arroz fuera del arrozal.
Y…
¿qué se yo de ese fuego, ni del maíz?
En
la ciudad sólo la luna me encuentra,
en la lluvia de la noche, con el alma
desnuda.
Cristina Almarcha.
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