“Los sentimientos,
ojerosos, mueren
como se desvanecen los sueños
en miles
de pechos errantes en
el sombrío parado de los
recuerdos. Cuando me
detengo, todos tiemblan,
porque en todas partes
el estertor del cementerio
huele a dulce
sacralidad. Dejémonos llevar
por la ruina de los
ideales, que descienden
con amarga tristeza
hasta la última esperanza,
al caos que se difunde
como peaje de la vida,
mientras las últimas
lágrimas consagran la
orfandad de la tumba.”
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