OS DEJO MI CORAZÓN
¿A qué preguntáis
por el odio, hermanos
míos?
Ya os dejé en lo más
alto mis labios ardientes;
entraña destrozada
sobre el lago;
y en la orilla,
palpitando, jirones de mi piel.
Muero en el umbral de
vuestra patria.
La espada de vuestras
generaciones
descansa sobre mi cuello
y el látigo de vuestros
años me flagela.
Muero bajo vuestros
pies
para vivir vuestras
lenguas,
para mezclarme la hielo
invernal
y brotar en la
primavera
hecho capullo de
vuestras flores.
Las hojas de los
árboles se marchitan,
pero sus semillas son
el inextinguible eco de
la tierra.
El corazón me invade
mientras contempláis,
ahora que lentamente me
apago y
vuestros cuerpos crecen
ante mis ojos.
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