Todos los días en España, aparece alguien que ha ganado un
galardón importante, sea en el ámbito que sea. Entre los premios
nacionales clásicos, uno de los más antiguos es el Premio Nacional de
Poesía. Sus orígenes se remontan a 1922, cuando se creó con el
nombre de: Concurso Nacional de Literatura, en la modalidad de
poesía, por la Real Orden del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas
Artes de 27 de Septiembre de 1922. Ya en 1924, este premio fue
otorgado a Rafael Alberti.
En 1971 pasó a llamarse como hoy lo conocemos: Premio Nacional de
Poesía.
El premio es destinado a la mejor obra de poesía escrita por un autor
español, en cualquiera de las lenguas oficiales.
Las obras son propuestas por un jurado de expertos y deben ser
primeras ediciones publicadas en España en el año anterior a la
convocatoria. Está dotado con 20.000 euros y se entrega en el mes
El premio es destinado a la mejor obra de poesía escrita por un autor
español, en cualquiera de las lenguas oficiales.
Las obras son propuestas por un jurado de expertos y deben ser
primeras ediciones publicadas en España en el año anterior a la
convocatoria. Está dotado con 20.000 euros y se entrega en el mes
de Octubre.
El jurado, presidido por el director general del libro, está formado por
diez personas, entre ellos, el ganador del año anterior.
Ha habido años en que este premio ha quedado desierto. Este
reconocimiento artístico, también ha sido rechazado en algunas
ocasiones por diferencias en ideologías políticas o como protesta por
pensar que existen alianzas entre miembros del jurado y
determinadas editoriales, dando lugar a lo que algunos denominan
La verdad es que publicar poesía sin premios, es un lujo que sólo
unos pocos pueden permitirse.
Algunos dirán que no son todos los que están, ni están todos los que
son, pero nosotros sí hemos tenido claro que cada uno de los
premiados, ha sido merecedor del premio.
En palabras de Luis García Montero, la poesía es un ejercicio de
conocimiento a través del lenguaje. El mundo, la historia y la vida,
dan vueltas y la poesía se mueve con ellos.
Tenemos de nuevo, en este encuentro, la ocasión para liberar a las
palabras de las páginas, para volver a descubrir que la poesía es un
grito, angustia o dolor, pero también es amor, alegría y esperanza.
La subjetividad de la poesía, nos permite a veces, recrear imágenes,
como si de una obra pictórica se tratara y nos hace imaginar una
gran historia que se forja entre unos pocos versos. Otras veces, la
poesía ha sido utilizada por grandes multitudes para luchar contra la
injusticia social.
Los poetas utilizan las palabras para hacer aflorar sus inquietudes y
nosotros nos dejamos llevar, porque de una manera u otra, estas
inquietudes del poeta, son las nuestras.
Poesía es este silencio que a través de los años recibimos de todos
ustedes. Un espacio pensado para el respeto que impera con
nombres de poetas lejanos y cercanos. Emociones en forma de
versos, sueños que se transforman en un bosque de palabras lleno de
colores por el que sobrevolamos desde nuestros asientos.
Bienvenidos a este marzo mágico, a este circo de sentimientos y
demos paso a las palabras de los artistas.
El jurado, presidido por el director general del libro, está formado por
diez personas, entre ellos, el ganador del año anterior.
Ha habido años en que este premio ha quedado desierto. Este
reconocimiento artístico, también ha sido rechazado en algunas
ocasiones por diferencias en ideologías políticas o como protesta por
pensar que existen alianzas entre miembros del jurado y
determinadas editoriales, dando lugar a lo que algunos denominan
La verdad es que publicar poesía sin premios, es un lujo que sólo
unos pocos pueden permitirse.
Algunos dirán que no son todos los que están, ni están todos los que
son, pero nosotros sí hemos tenido claro que cada uno de los
premiados, ha sido merecedor del premio.
En palabras de Luis García Montero, la poesía es un ejercicio de
conocimiento a través del lenguaje. El mundo, la historia y la vida,
dan vueltas y la poesía se mueve con ellos.
Tenemos de nuevo, en este encuentro, la ocasión para liberar a las
palabras de las páginas, para volver a descubrir que la poesía es un
grito, angustia o dolor, pero también es amor, alegría y esperanza.
La subjetividad de la poesía, nos permite a veces, recrear imágenes,
como si de una obra pictórica se tratara y nos hace imaginar una
gran historia que se forja entre unos pocos versos. Otras veces, la
poesía ha sido utilizada por grandes multitudes para luchar contra la
injusticia social.
Los poetas utilizan las palabras para hacer aflorar sus inquietudes y
nosotros nos dejamos llevar, porque de una manera u otra, estas
inquietudes del poeta, son las nuestras.
Poesía es este silencio que a través de los años recibimos de todos
ustedes. Un espacio pensado para el respeto que impera con
nombres de poetas lejanos y cercanos. Emociones en forma de
versos, sueños que se transforman en un bosque de palabras lleno de
colores por el que sobrevolamos desde nuestros asientos.
Bienvenidos a este marzo mágico, a este circo de sentimientos y
demos paso a las palabras de los artistas.
Miguel
Fernández González
Estudió bachillerato en su ciudad natal
y más adelante oposita a la Banca, ingresando en ella.
Fue un poeta español, representante de la poesía neobarroca, su obra muestra una tendencia hacia el
culturalismo y el hermetismo.
La poesía fue un fenómeno innato en él,
a los trece años ya había leído a Rubén Darío y sus relaciones con los versos
no fueron más que aquellas que le proporcionaron las lecturas que él mismo se
procuró.
Recibió el Premio Nacional de Poesía en
el año 1977.
Ésta es mi tierra
Si
construimos las calles
cuando
no eran.
Si
alzamos nuestras casas
En
tierra yerma.
y
un hijo,
y
escribí un libro
bajo
tu puerta.
Cuando
no habían
árboles,
hijos y poemas.
Ésta
es mi tierra
De
la nada sólo nace
la
muerte a secas
Y
aquí regamos con llanto
las
parameras.
Quién
fecundó entonces
nuestras
palmeras.
Ésta
es mi tierra.
A
nuestro pueblo lo alzamos
sobre
una ola.
La
ola volvió de nuevo
hasta
Sidonia.
Que
hemos escrito
ya
nuestra historia.
Abre
la puerta,
la
puerta cierra.
Ésta
es mi tierra.
,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,
Félix Grande
Era
guitarrista flamenco cuando, según contó él mismo, decidió cambiar ese
instrumento por la literatura, que en su pluma posee mucha relación con la
música.
Fue
un poeta, flamencólogo y crítico español, considerado uno de los grandes renovadores de la
poesía española de los años sesenta.
Logró
el Premio nacional de Poesía en el año 1978.
Cuando
en el invierno de 2004 le
concedieron el Premio Nacional de las Letras Españolas, la obra poética de Félix Grande parecía cerrada.
“Cuando no llegan las palabras es tal vez porque uno no se lo merece”, decía
sobre un silencio de más de 30 años. Fue la impresión causada por una visita al
campo de exterminio de Auschwitz lo que le devolvió a la poesía, para él, una
mezcla de inocencia y coraje, “un estado de gracia, no un género literario”.
Del árbol de los tiempos
Del árbol de los tiempos nos hemos desprendido
bajo todo un sistema de galaxias de años;
y ahora estamos mirándonos y nos vemos extraños
igual que dos océanos que se hubieran unido;
hemos viajado tanto, es tan hondo el misterio
de coincidir, y amarse, desde vías tan remotas;
aún estamos buscándonos en el tiempo: dos motas
de polvo de ciprés tanteando un cementerio;
nos estamos mirando como dos aves pobres,
lastimados de vuelo, lastimados de espacio,
lastimados del tiempo que nos ha estado viendo;
nos estamos mirando lo mismo que dos sobres
cerrados el uno frente al otro que, despacio,
se van abriendo, se van abriendo, se van abriendo.
y ahora estamos mirándonos y nos vemos extraños
igual que dos océanos que se hubieran unido;
hemos viajado tanto, es tan hondo el misterio
de coincidir, y amarse, desde vías tan remotas;
aún estamos buscándonos en el tiempo: dos motas
de polvo de ciprés tanteando un cementerio;
nos estamos mirando como dos aves pobres,
lastimados de vuelo, lastimados de espacio,
lastimados del tiempo que nos ha estado viendo;
nos estamos mirando lo mismo que dos sobres
cerrados el uno frente al otro que, despacio,
se van abriendo, se van abriendo, se van abriendo.
ssssssssssssssssssssssss
Se licenció en Filología Románica y fue también profesor universitario .
En 1983 recibió el Premio Nacional de Poesía.
En 1993 recibe el Premio Príncipe de Asturias de las Letras y en 1987 es elegido miembro de número
de la Real
Academia Española.
La crítica ha destacado su primer libro
como uno de los más brillantes de la segunda mitad del siglo XX en español.
De él se ha dicho: Si hay un poeta
tocado por el genio en la literatura española de la segunda mitad del siglo XX
ese es Claudio Rodríguez .La lectura de sus poemas produce la sensación de ir
escribiéndose sin esfuerzo delante de los ojos del lector, de que el sonido de
las palabras contiene ya su propio sentido, de que, por fin, forma y fondo son
una misma cosa. Las cosas de un poeta innato que, laboriosamente, escribe en
estado de gracia.
Tiempo mezquino
Hoy con el viento del norte
me ha venido
aquella historia.Mal andaban por entonces
mis pies y peor mi boca
en aquella ciudad de hosco
censo, de miseria y de honra.
Entre la vieja costumbre
de rapiña y de lisonja,
de pobre encuesta y de saldo
barato, iba ya muy coja
mi juventud. ¿Por qué lo hice?
Me avergüenzo de mi boca
no por aquellas palabras
sino por aquella boca
que besó. ¿Qué tiempo hace
de ello? ¿Quién me lo reprocha?
Un sabor a almendra amarga
queda, un sabor a carcoma;
sabor a traición, a cuerpo
vendido, a caricia pocha.
Ojalá el tiempo tan sólo
fuera lo que se ama. Se odia
y es tiempo también. Y es canto.
Te odié entonces y hoy me importa
vvvvvvvvvvvvvvvvv
Francisco Brines
Nació
en Oliva, Valencia, en 1932 . Es un poeta español que pertenece al grupo poético de los años 50.
Recibió el Premio Nacional de Poesía en 1987
Estudió
Derecho y Filosofía .
Fue
profesor de español en la Universidad de Oxford.
En el año 2001 fue nombrado miembro de la Real
Academia Española.
Está
considerado como uno de los poetas
actuales de más hondo acento elegíaco
Su
obra poética, en la que se percibe una evidente influencia de Luis Cernuda, se caracteriza por un tono intimista y por la
constante reflexión sobre el paso del tiempo
Lamento en Elca
Estos momentos breves de la tarde,
con un vuelo de pájaros rodando en el ciprés,
o el súbito posarse en el laurel dichoso
para ver, desde allí, su mundo cotidiano,
en el que están los muros blancos de la casa,
un grupo espeso de naranjos,
el hombre extraño que ahora escribe.
Hay un canto acordado de pájaros
en esta hora que cae, clara y fría,
sobre el tejado alzado de la casa.
Yo reposo en la luz, la recojo en mis manos,
la llevo a mis cabellos,
porque es ella la vida,
más suave que la muerte, es indecisa,
y me roza en los ojos,
como si acaso yo tuviera su existencia.
El mar es un misterio recogido,
lejos y azul,
y diminuto y mudo,
un bello compañero que te dio su alegría,
y no te dice adiós, pues no ha de recordarte.
Sólo los hombres aman, y aman siempre,
aun con dificultad.
¿Dónde mirar, en esta breve tarde,
y encontrar quien me mire
y reconozca?
Llega la noche a pasos, muy cansada,
arrastrando las sombras
desde el origen de la luz,
y así se apaga el mundo momentáneo,
se enciende mi conciencia.
Y miro el mundo, desde esta soledad,
le ofrezco fuego, amor,
y nada me refleja.
Nutridos de ese ardor nazcan los hombres,
y ante la indiferencia extraña
de cuanto les acoge,
mientan felicidad
y afirmen inocencia,
pues que en su amor
no hay culpa y no hay destino.
o el súbito posarse en el laurel dichoso
para ver, desde allí, su mundo cotidiano,
en el que están los muros blancos de la casa,
un grupo espeso de naranjos,
el hombre extraño que ahora escribe.
Hay un canto acordado de pájaros
en esta hora que cae, clara y fría,
sobre el tejado alzado de la casa.
Yo reposo en la luz, la recojo en mis manos,
la llevo a mis cabellos,
porque es ella la vida,
más suave que la muerte, es indecisa,
y me roza en los ojos,
como si acaso yo tuviera su existencia.
El mar es un misterio recogido,
lejos y azul,
y diminuto y mudo,
un bello compañero que te dio su alegría,
y no te dice adiós, pues no ha de recordarte.
Sólo los hombres aman, y aman siempre,
aun con dificultad.
¿Dónde mirar, en esta breve tarde,
y encontrar quien me mire
y reconozca?
Llega la noche a pasos, muy cansada,
arrastrando las sombras
desde el origen de la luz,
y así se apaga el mundo momentáneo,
se enciende mi conciencia.
Y miro el mundo, desde esta soledad,
le ofrezco fuego, amor,
y nada me refleja.
Nutridos de ese ardor nazcan los hombres,
y ante la indiferencia extraña
de cuanto les acoge,
mientan felicidad
y afirmen inocencia,
pues que en su amor
no hay culpa y no hay destino.
Antonio Gamoneda
Nació en Oviedo el 30 de mayo de 1931.
Recibió el Premio Nacional de Poesía en
1988 y el Cervantes en 2006. Pertenece por edad al grupo poético de los años
50.
Antonio Gamoneda ha definido la poesía
en uno de sus ensayos como "El arte de la memoria en la perspectiva de la
muerte".
Antonio se ha convertido en guía y modelo de los
poetas más jóvenes, que valoran su sabiduría lingüística y su apertura hacia
las tradiciones de la modernidad, apertura que nace de la asunción de la propia
historia personal y colectiva.”
Sin razón
He interrogado hasta el amanecer al pozo
de las preguntas. Es mentira que el
corazón
sepa decirse mejor en esa sombra.
He interrogado a la memoria y al camino,
y al cielo turbio que coagulaba dudas.
Pero no bastaba crecer en los escombros
del verbo, ni formular la cicatriz
reciente.
Un paisaje de puertas : entran y salen
las mascarillas de la muerte. Un paisaje
de paredes que respiran, de paredes
taladradas por sus ojos insomnes.
Busca inútilmente
el rostro y su verdad, para que el miedo
aprenda a descifrar más despacio los
pasos.
Una respuesta bastaría para narcotizar
la angustia, o el sopor de ser
gota a gota un espectro.
Buscas las piezas del puzzle
que faltaban, amontonas los trozos
pero se quedan fuera los detalles.
Una respuesta sólo bastaría...
Pero en los pasillos de la noche
sólo escuchas ese ruido de pies
acostumbrados a arrastrarse
Es
doctor en Filosofía y Letras . Fue profesor de Literatura española en varias
universidades norteamericanas y profesor de Estilística en la Universidad
Complutense de Madrid.
Es miembro de Número de la Real
Academia Española desde 1980 y doctor honoris causa por la Universidad de Turín
[Italia].
En
1988 recibió el premio
Nacional de Poesía y en 1995 el Premio Príncipe de Asturias de las letras
Su
obra poética es muy abundante. En todas sus obras su estilo fue evolucionando
entre realismo y simbolismo
y, aunque nunca abandonó su raíz existencial, su mirada se hizo más solidaria y
su estilo se hizo menos sobrio.
Desde lejos
Pasa la juventud, pasa la vida
pasa el amor, la muerte también pasa,
el viento, la amargura que traspasa
la patria densa, inmóvil y dormida.
el viento, la amargura que traspasa
la patria densa, inmóvil y dormida.
Dormida, en sueño para siempre, olvida.
Muertos y vivos en la misma masa
duermen común destino y dicha escasa.
Patria, profundidad, piedra perdida.
Muertos y vivos en la misma masa
duermen común destino y dicha escasa.
Patria, profundidad, piedra perdida.
Piedra perdida, hundida, vivos, muertos.
España entera duerme ya su historia.
Los campos tristes y los cielos yertos.
España entera duerme ya su historia.
Los campos tristes y los cielos yertos.
Sobre el papel escrita está su gloria:
querer edificar en los desiertos;
aspirar a la luz más ilusoria.
querer edificar en los desiertos;
aspirar a la luz más ilusoria.
8888888888888888888888
Nació en Orense en 1929 y murió en
Ginebra en 2000.
Estudió Derecho y Filología Románica.
Adscrito en un primer momento al llamado
Grupo poético de los 50 o Generación del medio siglo, desde 1966 su poesía
evoluciona hacia formas muy personales de expresión. Se trata de un radical
esencialismo lírico muy influido por la mística sincrética, como la cábala judaica, el sufismo iranio
, el misticismo cristiano, el taoísmo y el budismo zen, entre otros.
El temblor,
La lluvia
como una lengua de prensiles musgos
parece recorrerme, buscarme la cerviz,
bajar,
lamer el eje vertical,
contar el número de vértebras que me separan
de tu cuerpo ausente.
Busco ahora despacio con mi lengua
la demorada huella de tu lengua
hundida en mis salivas.
Bebo, te bebo
en las mansiones líquidas
del paladar
y en la humedad radiante de tus ingles,
mientras tu propia lengua me recorre
y baja,
retráctil y prensil, como la lengua
oscura de la lluvia.
La raíz del temblor llena tu boca,
tiembla, se vierte en ti
y canta germinal en tu garganta.
Estudió Filología Hispánica.
Es autor de una obra versátil que abarca la poesía, la novela, el
relato, el ensayo y el artículo de opinión.
Obtuvo el premio Nacional de Poesía en el 1996.
Sus libros están traducidos al inglés, al
italiano, al ruso, al francés, al rumano y al portugués.
Autor
de una vasta obra, es considerado como una de las voces más influyentes del
panorama literario español. Ha sido incluido en las más importantes antologías,
gracias a su
excelente dominio del lenguaje, que abarca desde el neosimbolismo de su primera época hasta la gran versatilidad de sus trabajos poéticos posteriores.
excelente dominio del lenguaje, que abarca desde el neosimbolismo de su primera época hasta la gran versatilidad de sus trabajos poéticos posteriores.
Habitaciones prestadas.
Era un sonar de llaves indecisas.
Un ruido profundo de ascensores;
inquietados huéspedes de aquellos
edificios
de la periferia, dorados por la tarde.
Era buscar a ciegas
Interruptores de luz, como quien busca
en esas bibliotecas truculentas
el secreto resorte
que conduce a la cámara privada
el sitio inconfesable. Era el olor
de sábanas extrañas y el olor
desconsolado de los cuartos
de huéspedes, con libros y revistas
de desecho. Era
vestirse con el frío. Salir de allí
de nuevo como extraños.
Más unidos, en fin, por una sombra.
El amor tiene ahora en el recuerdo
olor
a cuartos húmedos
y el sonido furtivo de una puerta al
abrirse.
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx
Julia
Uceda Valiente
Poeta galardonada con el Premio Nacional de
Poesía
Se licenció en Filosofía y Letras en la
Universidad Hispalense, dónde también obtuvo el Doctorado,
Ha ejercido la docencia tanto
en la Universidad Estatal de Míchigan como en la Universidad de Sevilla.
Su obra ha sido traducida a
varios idiomas como el portugués, inglés, chino y hebreo.
De ella se ha dicho que sus poemas
son poemas de percepción activa, que
implican al lector no sólo en su contenido emotivo sino en el hallazgo de
ideas, sensaciones y lenguaje, logrando su propia plenitud.
Hablo de la infancia
Escalera crujiente,
trozo de bosque organizado
por el que ir hasta la cumbre
de aquel desván lleno de sueños,
pájaros silenciosos
que viajan sin ruido.
Sobre ti estaba el premio
cubierto por el polvo
y lo muerto vivía
para mí, en mis ensueños.
Hogar sin sótanos,
todo aquello era hermoso
porque estaba creando su recuerdo;
viviéndote, sentía
que de algún modo ya te recordaba.
Y siempre que te acercas
entre la niebla, oigo
cómo se queja suavemente,
enmohecido por las lluvias,
el pesado cerrojo de una verja.
La del jardín acaso.
trozo de bosque organizado
por el que ir hasta la cumbre
de aquel desván lleno de sueños,
pájaros silenciosos
que viajan sin ruido.
Sobre ti estaba el premio
cubierto por el polvo
y lo muerto vivía
para mí, en mis ensueños.
Hogar sin sótanos,
todo aquello era hermoso
porque estaba creando su recuerdo;
viviéndote, sentía
que de algún modo ya te recordaba.
Y siempre que te acercas
entre la niebla, oigo
cómo se queja suavemente,
enmohecido por las lluvias,
el pesado cerrojo de una verja.
La del jardín acaso.
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CHANTAL MAILLARD
Nació
en Bruselas en el año 1951 y se nacionalizó española a los 17 años.
Después
de doctorarse en Filosofía viajó a India, donde vivió largas temporadas. Se especializó en
Filosofías y Religiones de India.
Recibió el Premio Nacional de Poesía en el año
2004.
Profesora
titular de Estética y Teoría de las Artes en el Departamento de Filosofía de la
Universidad de Málaga.
Ha colaborado, en el Suplemento Cultural de
los diarios ABC y El País. Es Poeta, traductora y ensayista.
Espejos
Duelen tantas cosas,
¡tantas!
Aquellas, por ejemplo, embadurnadas de azafrán,
que aprisionan espejos hastiados
de contornos y angustiosa ambigüedad.
Mirad cómo en ellos se alarga
el intangible volumen de la
inexistencia,
mirad cómo se encogen los ecos
y se abalanzan, formando punteados
y guturales reflejos de la imagen;
mirad cómo el castigo
no se refleja, no se exhibe,
pero muerde, apuñala
y se derrama en jirones de vida
siguiendo el hilo de las canas
y los silencios arrugados
en los muslos de los viejos.
Mirad de qué extraños colores
se disfrazan los cristales
al repartirse los despojos
de un mundo soñado.
Ah, quién pudiera contemplarse
en espejos desiertos
y ser tan sólo aquello
que sueñan las ondas
cuando atraviesan, rozan, hexagonean...
y se dispersan.
:::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::
JOSÉ MANUEL CABALLERO BONALD
Nació
en Jerez
de la Frontera en 1926.
Estudió
Filosofía y Letras, náutica y astronomía.
Es un escritor español, que ha sobresalido principalmente como poeta. La cuidadosa utilización del lenguaje y el
barroquismo caracterizan su obra.
En
el año 2006 recibió el Premio Nacional de Poesía, y en el 2012 el Cervantes.
Somos el tiempo que nos queda
Ligeramente tumefacta
pero ofrecida con codicia,
llegó la boca hasta el lindero
de la precaria intimidad.
Iban reptando las parejas
que se apiñaban en lo oscuro:
no se miraban, se sumían
en un compendio de sudores,
se convertían en secuaces
de la penumbra suspensiva.
Como un furtivo postulado
brilló el mechero de los cómplices.
No te preocupes no me he ido,
¿cómo iba a irme sin saber?
Somos el tiempo que nos queda.
Y ya los cuerpos se anudaban
bajo la oscura marquesina,
sin decidir con qué argumentos
recobrarían su ansiedad.
Era una esquirla el clarinete,
un estertor de la armonía.
Toda la noche resonando
como una sábana en tus pechos,
toda la noche entre emboscadas
buscando llaves que no abrían.
Chorros de gritos tan vehementes
que entrechocan con los vasos
iban tiñendo de lujuria
los cortinajes y butacas.
Entre el estruendo de los rótulos
unas caderas rebullían
como impulsadas por la piel
incandescente del tambor.
Mira qué prendas, qué proclamas
de irremediable soledad.
Habla más alto, no se escucha
más que el furor de los licores.
Todo está lleno de luciérnagas
y de insufribles fumarolas,
todo parece confiscado
por los que nunca saben nada.
Pero la boca ya ofrecía
sus rezumantes terciopelos,
boca promiscua, saturada
de zumos ávidos y esguinces.
Está invadida de jadeos,
no se parece a las demás.
No se parece, no es mentira.
Pisando vidrios, esgrimiendo
restos de yerbas y de músicas,
llegaron nuevas avalanchas
de adormilados oficiantes.
Era la hora del suicidio
y algunos miembros de la secta
se desnudaron en la sala
con voluptuosa dejadez.
¿Cómo evitar el simulacro,
cómo vivir sin desvivirnos?
Surcan los días por tu vientre.
Somos el tiempo que nos queda.
llegó la boca hasta el lindero
de la precaria intimidad.
Iban reptando las parejas
que se apiñaban en lo oscuro:
no se miraban, se sumían
en un compendio de sudores,
se convertían en secuaces
de la penumbra suspensiva.
Como un furtivo postulado
brilló el mechero de los cómplices.
No te preocupes no me he ido,
¿cómo iba a irme sin saber?
Somos el tiempo que nos queda.
Y ya los cuerpos se anudaban
bajo la oscura marquesina,
sin decidir con qué argumentos
recobrarían su ansiedad.
Era una esquirla el clarinete,
un estertor de la armonía.
Toda la noche resonando
como una sábana en tus pechos,
toda la noche entre emboscadas
buscando llaves que no abrían.
Chorros de gritos tan vehementes
que entrechocan con los vasos
iban tiñendo de lujuria
los cortinajes y butacas.
Entre el estruendo de los rótulos
unas caderas rebullían
como impulsadas por la piel
incandescente del tambor.
Mira qué prendas, qué proclamas
de irremediable soledad.
Habla más alto, no se escucha
más que el furor de los licores.
Todo está lleno de luciérnagas
y de insufribles fumarolas,
todo parece confiscado
por los que nunca saben nada.
Pero la boca ya ofrecía
sus rezumantes terciopelos,
boca promiscua, saturada
de zumos ávidos y esguinces.
Está invadida de jadeos,
no se parece a las demás.
No se parece, no es mentira.
Pisando vidrios, esgrimiendo
restos de yerbas y de músicas,
llegaron nuevas avalanchas
de adormilados oficiantes.
Era la hora del suicidio
y algunos miembros de la secta
se desnudaron en la sala
con voluptuosa dejadez.
¿Cómo evitar el simulacro,
cómo vivir sin desvivirnos?
Surcan los días por tu vientre.
Somos el tiempo que nos queda.
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OLVIDO GARCÍA VALDÉS
Nació
en Asturias en 1950. Es una
escritora que destaca por su obra poética. Recibió el Premio Nacional de Poesía en el año 2007.
Licenciada en Filología
Románica por la Universidad
de Oviedo y en Filosofía por la Universidad de Valladolid
Sus
libros se caracterizan por la mezcla de lo breve y fragmentario con lo extenso,
y del verso con la prosa, así como por el ascetismo verbal y las insólitas
transiciones.
El
poema no es un artificio que pretende construir un mundo
paralelo con igual valor al del mundo, sino que más bien, para la poeta, el mundo está ahí, con sus dosis mezcladas de nítida
realidad y de intensa e hiriente irrealidad.
El mundo ya no habla...
El mundo ya no habla. Como pueblos
de abandonadas minas, la memoria; como chabolas
próximas a cercas. Forman red
los olivos y circula
el tractor entre ellos. Hace falta
dulzura para ser. ¿Se desatan
los nudos? Todo es ahora plano,
tiene blandos los ojos y manchas
en la piel. Hay muertos diminutos,
una escala de ángeles que alertan
al durmiente, y el pozo, las arcadas,
los jazmines. Duele de no sentir.
El alma es por la muerte y de la muerte,
pequeño ser que oficia
desde la imprecación. La parca
del pasado lo advertía: cuerpo,
aquí comienza
otro ciclo, eres tú y eres nada.
Afectos de la memoria, húmedo
verde limón, azuladas
hortensias. Y la oscura figura:
la mano de los anillos y la mano
quemada son ya la misma mano, arenques
con su luz. ¿Cómo arraiga el olivo? Quieto
fulgor, mira la arena negra.
próximas a cercas. Forman red
los olivos y circula
el tractor entre ellos. Hace falta
dulzura para ser. ¿Se desatan
los nudos? Todo es ahora plano,
tiene blandos los ojos y manchas
en la piel. Hay muertos diminutos,
una escala de ángeles que alertan
al durmiente, y el pozo, las arcadas,
los jazmines. Duele de no sentir.
El alma es por la muerte y de la muerte,
pequeño ser que oficia
desde la imprecación. La parca
del pasado lo advertía: cuerpo,
aquí comienza
otro ciclo, eres tú y eres nada.
Afectos de la memoria, húmedo
verde limón, azuladas
hortensias. Y la oscura figura:
la mano de los anillos y la mano
quemada son ya la misma mano, arenques
con su luz. ¿Cómo arraiga el olivo? Quieto
fulgor, mira la arena negra.
0000000000000000000000000000
Francisca
Aguirre
Su poesía ha sido traducida al
inglés, francés, italiano, portugués y valenciano.
Como la propia poeta declara,
“la poesía es una herramienta del conocimiento y sirve para sacar lo que
llevamos dentro”. En este sentido, a nivel temático, la poesía de Francisca
Aguirre se mueve por un lado como testigo del mundo en el que vive, y dice: “Si el artista no acepta un principio de
realidad está perdido. Para modificarla es necesario que previamente la
aceptemos. A lo largo de todos mis libros yo he intentado eso: dar noticia de
mi historia”.
Desmesura
Dijo que
no. Y el Tiempo se quedó sin tiempo.
Luego, la vida hizo una pausa
y todo pareció recomponerse
como esos acertijos infantiles
en los que sólo falta una palabra,
una palabra necesaria y rara.
Pero dijo que no. Cerró los labios
y escuchó el gorgoteo de las sílabas
luchando por vivir a la intemperie.
Dijo que no. Y el tiempo oyó el silencio.
Luego, la vida hizo una pausa.
Y todo fue distinto: el dolor fue
más cauto, más sensato,
la lujuria lloró en su madriguera.
Y el tiempo inauguró sus máscaras:
hubo un pequeño espanto en los rincones,
temblaron los espejos agobiados
defendiendo impotentes el azogue.
Los pájaros callaron esa tarde
y la luna brilló blanca y sin manchas.
Ardió la noche como vieja tea
con la absurda avaricia de la muerte,
con su luto distante y pegajoso,
y un rencor resabiado y carcomido
descargó como lluvia en el desierto.
Entonces, sólo entonces,
oyó a su corazón ladrando
y se volvió despacio a los espejos
y los vio tiritar con mucho frío
y pedir compasión desde su escarcha.
Y no supo qué hacer con tanta desmesura:
cerró los labios y escuchó al silencio.
Luego, la vida hizo una pausa
y todo pareció recomponerse
como esos acertijos infantiles
en los que sólo falta una palabra,
una palabra necesaria y rara.
Pero dijo que no. Cerró los labios
y escuchó el gorgoteo de las sílabas
luchando por vivir a la intemperie.
Dijo que no. Y el tiempo oyó el silencio.
Luego, la vida hizo una pausa.
Y todo fue distinto: el dolor fue
más cauto, más sensato,
la lujuria lloró en su madriguera.
Y el tiempo inauguró sus máscaras:
hubo un pequeño espanto en los rincones,
temblaron los espejos agobiados
defendiendo impotentes el azogue.
Los pájaros callaron esa tarde
y la luna brilló blanca y sin manchas.
Ardió la noche como vieja tea
con la absurda avaricia de la muerte,
con su luto distante y pegajoso,
y un rencor resabiado y carcomido
descargó como lluvia en el desierto.
Entonces, sólo entonces,
oyó a su corazón ladrando
y se volvió despacio a los espejos
y los vio tiritar con mucho frío
y pedir compasión desde su escarcha.
Y no supo qué hacer con tanta desmesura:
cerró los labios y escuchó al silencio.
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Nació en Arcos de la Frontera, Cádiz, en 1943.
Es
poeta, novelista y ensayista.
Tiene estudios de Pedagogía y
Antropología
Es también un prolífico articulista de
la prensa convencional. Su obra es objeto de estudio en diversas instituciones
internacionales de prestigio.
En el año 2014 recibió el Premio
Nacional de Poesía y también el Nacional de la Crítica.
Su obra ha sido traducida a más de
veinte idiomas
ANDALUCÍA
Me quedé en ella porque era hermosa
y necesitaba su alegría. Nunca
se puede ocultar al corazón
lo que han visto los ojos. Nunca
la alegría del canto. (Repetidamente)
fui viviendo en sus cosas y aprendí…
por los ríos, el amor; por un pájaro,
el desvelo de la paz; por las nubes
ligeras,
la forma de evitarme algún recuerdo.
Todo estaba limpio por sus tierras
Hasta los pobres, en vez de dolor,
de una seguridad insuficiente hablaban.
Hasta los jornaleros, en vez de
justicia,
resignación decían. Era un modo
de ahuyentar la tristeza. Se conformaban
con lo que les venía desde arriba,
y con un cante que nació en las raíces
de su pena y fue extendiéndose a las
ramas
del mundo, como al amanecer la luz.
Cada día iba aprendiendo más: que el
vivir
no es un ave que pasa, sino un pozo
que queda allí para el que necesite
beber,
que el que lleva una tierra clavada en
las entrañas
vale más que haber posado un continente
entero,
que morir por los brazos de una madre
es la gran solución para santificarse.
Andalucía era limpia, y por eso
al renacer en ella, al darme cuenta
que no solo de fiestas se trataba
defendí su ilusión de más de mil
dolores,
apoyé a la alegría cuando enmascaraba
tristeza
robé a todo lo hermoso cuanto pudo mi
amor.
No. No era un vino o una guitarra la escena.
Era lo que quedaba dentro de cada uno
oculto,
la alegría, quizá, le costaba la sangre
a aquellas tierras de secanos cuando
un campesino alzaba como un Dios
su ronquido total, su enorme queja,
su gran desolación vestida de colores.
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