SIENTO: me
siento yo, tú. Es decir: tuyo. Lo vivo con autentica lucidez y no estoy jugando
con las palabras, sino dejando que ellas se desplieguen, en sus colores y sus
decires libres y espontáneos, con la autonomías que les confiere su identidad.
Es mi encargo respetarlas con devoción y ser cauce a través de mi garganta para
dejarlas volar en sus sonidos.
Como un
impulso frenético: la VIDA a galope de sus instantes, segundos, minutos, horas,
días, semanas, meses, años, lustros y siglos, siempre imperceptibles sus pasos,…
jamás, desapercibida su huella… Esculpe en lo más recóndito de nuestra
existencia lo esencial, para cada uno;
se reviste de gozo, y las preguntas existencialitas encuentran respuesta, el
sosiego y la paz, se hacen presentes en nuestra naturalaza. “Noche dulce del
alma” diría yo, en contraposición, de “noche oscura” que algún/a poeta, ha dicho. Sin duda son expresiones
hondas, referidas a vivencias
distintas.
Mas que Amor frenesí, late en mi corazón, de
ciudadana del mundo, modalidad lingüística que prefiero, entre todas las que podía
usar para definir quien soy (madre, esposa, abuela), ella, “ciudadana, persona del mundo” es en la que me
siento continente y contenido, tunica sin costuras, un todo en la
diversidad; desde ahí puedo contemplar a
Dios y sentirme en su abrazo, en la plenitud que es: ¡sentirme PLENA!
desdibujadazo, cualquier tipo de limite y de
frontera, desaparece el “ mío” y el “tuyo” aflora el :nuestro, las tensiones y el egoísmo,
pierden identidad, y no hayan lugar, para acampar. Los acordes de la sinfonía
que todos soñamos y anhelamos profundamente, eso que expresamos: ¡quiero ser feliz ¡ aparece posible. Es el momento argüido; todo dependerá de nuestra coherencia entre lo deseado, lo
alcanzado y la voluntad de permanecer; no podemos permitir que algún miedo, nos
prive, de la gloria de haber conseguido la cima, desde la que con nuestra propias manos, podemos palpar, quien somos, y con ellas mismas,
acariciarnos y agradecernos, abrirlas para darnos y decirnos… ¡TUYO! Y escuchar ¡‘TUYO”! en esa
reciprocidad inequívoca, que pose la
unicidad que nos constituye a todos: “TU”
“YO”
Abandonemos
para siempre la vacuidad de repetir sonidos sin decir nada, o lo que es peor, la verborrea lingüística y mental a la
que nos abandonamos, llevados por la inercia de un sin VIVIR, sin sentido
Es
posible ser felices, ¿de donde crees tú, que te surge ese anhelo? Sino de tu
propio SER.
Ardientemente: ¡TUYA/O!
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