Amaneces
en mi alma
y mi día se encendió.
Me
refugie en tu mirada,
como un lucero alumbró.
El
viento azarado se puso a reír.
Una
opresión,
un pálpito. El corazón se salía.
Las
palabras como escarchas. Ellas hablar no podían.
El
corazón con ternura, vocablos no buscaría.
Muy
de quedo, entero se lo ofrecía,
y la niña de sus ojos, con Amor lo
recibía.
Ni
risa de viento,
ni palabras heladas.
Cuando
el corazón quiere,
hasta el alma se desgrana,
derrama
sus sentimientos, y sin que medie palabra.
Su
eco se deja oír:
Amor,
Amor,
Mi corazón,
para ti.
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