En septiembre,
he perdido
a una gran amiga,
era un adiós anunciado
ya que, poco a poco
fue perdiendo facultades.
Tenía ciento diez años de edad,
una vida intensa,
una gran familia
y muchos acontecimientos
en su vida.
Un siglo de vida
son muchas primaveras,
su boda, ser madre de siete
hijos,
cumplir veinticinco de
matrimonio , bodas de plata,
cincuenta años, bodas de oro y,
en muchos momentos, pasando muchas dificultades,
por una guerra y una posguerra
¡¡ y con tantos hijos¡¡
fueron momentos críticos y
desesperantes.
Yo, querida amiga, he vivido
muy de cerca tu andadura por la
vida.
Presumo con satisfacción
de haberme encontrado entre tu
familia
y tus amistades.
Han pasado dos años desde que te
marchaste
y siempre me emociono al
recordarte.
Solo me falta decirte,
QUERIDA LUISA, DESCANSA EN PAZ.
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