MILAGRO EN LA CATEDRAL
Luz de las vidrieras, luz celestial
Donde sólo tú eras mi ángel
Sólo tú tañías en melodía las campanas
Pues era tu mirada, o era que yo enloquecía
Luego tus frescas manos entre el calor de las mías
Por ello sentí miedo: tu juventud
me hizo sentir los siglos en las piedras,
toda mi edad dispuesta en sillería.
Te sentí tan lejos y a la vez tan cerca…!
Y acechaba la racionalidad desde las gárgolas:
habría de olvidarte, habría, debería…
El rosetón sobre tus labios me cegaba
Tu risa era limpia y tu alma pura
Tu cuerpo… incendiando la sequía,
la sequía de mi otoño en mi sequía.
Tu risa era mi fuente, un humedal de vida:
la vida de ese día, de ese día perfecto, de ese único día.
Y la sombra de mi racionalidad: debería olvidarte, debería…
Encapsulado en ámbar, mi olvido fue imposible
Inútil fue tratar de silenciar mi grito
Habría de volver, habría, debería…
Mi corazón, no sé, algo en mi interior que me mordía
por sentir tus abrazos, tu calor, tu alegría.
Desesperadamente volví a llamar a la puerta de tus labios
Desesperadamente… en ti habito todavía.
Luz de las vidrieras, luz celestial
Donde sólo tú eras mi ángel
Sólo tú tañías en melodía las campanas
Pues era tu mirada, o era que yo enloquecía
Luego tus frescas manos entre el calor de las mías
Por ello sentí miedo: tu juventud
me hizo sentir los siglos en las piedras,
toda mi edad dispuesta en sillería.
Te sentí tan lejos y a la vez tan cerca…!
Y acechaba la racionalidad desde las gárgolas:
habría de olvidarte, habría, debería…
El rosetón sobre tus labios me cegaba
Tu risa era limpia y tu alma pura
Tu cuerpo… incendiando la sequía,
la sequía de mi otoño en mi sequía.
Tu risa era mi fuente, un humedal de vida:
la vida de ese día, de ese día perfecto, de ese único día.
Y la sombra de mi racionalidad: debería olvidarte, debería…
Encapsulado en ámbar, mi olvido fue imposible
Inútil fue tratar de silenciar mi grito
Habría de volver, habría, debería…
Mi corazón, no sé, algo en mi interior que me mordía
por sentir tus abrazos, tu calor, tu alegría.
Desesperadamente volví a llamar a la puerta de tus labios
Desesperadamente… en ti habito todavía.
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