QUE AMARGA ES LA TARDE
Que amarga
es la tarde
cuando uno sabe
no pueden vivirse
las historias inventadas.
Historias de soledad inexorable
que sólo buscan
el oído
o la silla
al lado del cristal
y la ventana.
Mirar la calle
¡ah, mirar la calle!
Y en latente compañía
arroparse la mirada
para que no se queden
famélicos y desnudos
los ojos del alma.
Que amarga
es la tarde
cuando uno está solo
detrás de la ventana
y sólo el pensamiento
hospeda su cansancio
en uno mismo
no encontrando la mano
que soporte y que comparta.
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