A CUENCA, MI TIERRA
En una tarde tranquila
siguiendo el sonar del agua
las nubes pasan de largo
escuchando el rumor de las aguas.
¡Me encuentro a orillas e Júcar!
sus aguas cristalinas pasan
recreándose en su lecho
a perderse en la hondonada.
Riscos de rocas se extienden
por su pared escarpada
donde aparecen cual nidos
tus casas allí colgadas.
Las Casas Colgadas crecen
siguiendo el sonar del agua
las nubes pasan de largo
escuchando el rumor de las aguas.
¡Me encuentro a orillas e Júcar!
sus aguas cristalinas pasan
recreándose en su lecho
a perderse en la hondonada.
Riscos de rocas se extienden
por su pared escarpada
donde aparecen cual nidos
tus casas allí colgadas.
Las Casas Colgadas crecen
sin orden y sin murallas
sujetando sus balcones
sobre tus rocas hidalgas.
La sabia Naturaleza
belleza le da a su estampa
con el brillar de sus hojas
que el sol traspasa al rozarlas.
El puente de San Pablo se eleva
desde el valle a la montaña
y quiere tocar el cielo
con su estructura oxidada.
Paseo de devociones, de rezos y de plegarias
donde los seminaristas,
al igual que allá en los tiempos,
siguen pisando tus viejas tablas.
En el silencio dormido
se escucha el tañido de las campanas
que tocan a promesas en el tiempo
y espantan a las aves de sus ramas.
sobre tus rocas hidalgas.
La sabia Naturaleza
belleza le da a su estampa
con el brillar de sus hojas
que el sol traspasa al rozarlas.
El puente de San Pablo se eleva
desde el valle a la montaña
y quiere tocar el cielo
con su estructura oxidada.
Paseo de devociones, de rezos y de plegarias
donde los seminaristas,
al igual que allá en los tiempos,
siguen pisando tus viejas tablas.
En el silencio dormido
se escucha el tañido de las campanas
que tocan a promesas en el tiempo
y espantan a las aves de sus ramas.
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