sábado, 1 de febrero de 2014

16. Tu engaño



Las cadencias de mis versos  ya no suenan igual
aunque brinden las palabras más dulces y exquisitas.
Has disfrazado a las liras para este carnaval
y no interpreto el sueño que con tus ojos me gritas.

Sé que a tus sentidos mi melodía ya no alcanza
y sus notas se quiebran al rozar con tu torpeza.
Que se han fugado de sus escalas -ellas alegan,
inocentes-, para aliviar mi errada confianza.

Cuando mi boca callabas con susurros y besos
sentían celos el alado querubín y el paraíso
que plagiaban nuestra pasión como niños traviesos
gozando como un capricho sin permiso.

Pero una sombra velada atravesó nuestras vidas
en el instante que mi esencia de ti se colmaba
sumiendo en las tinieblas mis sospechas escondidas
hasta romper el hilo que a tu voluntad me ataba.

En auroras ardientes te esperaba en la ventana
inventando que te morías  por limpiar tu engaño.
La luna se ocultaba con el ceño de desgana
maldiciendo a la mañana que causó tanto daño.

Resignada, mataba el tiempo contando las horas
mientras tus brazos, en mi delirio, me estremecían
y en esas absurdas ideas de ansias pecadoras
indultaba los  llantos que tus burlas producían.



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