domingo, 9 de febrero de 2014

26. El ataque psicomágico de los drones



La yerma noche
que dormiría contigo:
Sed de ceniza.


Veré la espuma romper en los raíles como líneas paralelas, rotas en su última bocanada de sangre de cuna y destilado de plomo. Jugaré a degustar los restos, los tuyos, los míos, entre las concertinas de mi lengua. Saborearé cada gota de sudor calcinado, su olor exangüe a polvo de mi persiana, sus delicadas manos de manivela.

Me atrevo a decir que nunca tuve la razón, que verte desnutrida de vestido vino como una buena cosecha, una de esas en las que se siega hasta el vacío.  Estirpe de nuestra tierra manchada del pulmón de exhalación exhausta.

Os imagino mascando trapos, goma azul y coordenadas, decorando vuestros ojos del buen gobierno de la muerte en los labios.

Aún hoy, mudo de piel intima cuando nos recuerdo arrastrándonos sepultados bajo la escuela de cadáveres, donde la guadaña del cielo cree en la siembra de ángeles desmembrados que leen perros, que leen fábulas para perros. 


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