miércoles, 5 de febrero de 2014

23. La gran boñiga burbuja



Había una vez, en su verde Reino del prado, un prestigioso Coleóptero, afamado pelotillero y contumaz en los negocios.

Vivía en esta pradera la vaca Facunda. Pasta las hierbas astures, rumia y requeterrumia boñigueando.

Un día, muy temprano, nuestro protagonista se dispuso afanoso a su tarea, redondear la pelotilla de estiércol más grande nunca vista.

-          La venderé a pedacitos. –se decía-.

Desde el camino cercano, gordo y torpón, puso atención el sapo Ramiro, viejo en linaje, algo bizco, mas, sorprendido por la vasta canica de estiércol, se acercó lo imposible. Su cuerna topaba con la boñiga, pero Coleóptero, endolarmismado, no reparó en la presencia de un predador tan hambruno.

Y en un instante, un momento macabro ¡Zas!.
Ramiro, el sapo cornudo, lanzó su ventosa
y todo acabó para el avaro pelotudo.

-          Miseria de vida. – decían los tábanos picones-.

La vaca Facunda ni se inmutó. Yacía en las hierbas ajena a la estampa. Con su pezuña trasera la pelotilla allanó.

-          No somos nada. –decían las moscas,

que van a lo suyo, sortear el balanceo rabudo.

Y con esta brevedad de fábula,
algo se aprenda.
Las cosas tienen su medida,
a las burbujas y al avaro, como al cerdo,
también les llega la hora.


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