Las huestes de la usura han desplegado sus alas, han desatado el
pillaje, pretendiendo envolver al mundo en las tinieblas, unos pocos acaparan
todo, la humanidad se debate entre la pobreza, la desigualdad más hiriente, y
el hambre más insultante, se crean escenarios artificiales, guiones en los que
todo está perfectamente previsto, se propician confrontaciones y guerras
absurdas, se cercenan derechos humanos en nombre de la seguridad, la libertad y
la paz.
Mercantilización, globalización, liberalismo, deshumanización,
competitividad (es decir, confrontación). Como si de una pesadilla se tratara,
se ahoga a la cultura, se dinamita la educación, se abandonan los pobres a su
suerte, la enfermedad cotiza en bolsa, desamparo, olvido, hacia quienes han
sido excluidos, marginados por la obsolescencia y obscenidad del sistema.
Ejércitos errabundos, seres humanos a merced de la desesperación, la angustia y
la zozobra cotidiana, muertes anticipadas que no son noticia, aunque sí día a
día una crónica anunciada.
Siento el dolor en mi pecho, la angustia en mi garganta, y
lágrimas en mis ojos, pero también escucho el clamor de mi espíritu y mi alma,
que me susurran al unísono: ¡Adelante!, ¡Adelante! Compañero, que más pronto
que tarde, llegará de nuevo la alborada, se abrirán las grandes alamedas, y los
guerreros de la luz, de la esperanza y la palabra, se impondrán a las sombras,
y brillará refulgente el sol de nuevo; ingenuidad, candidez, utopía -dirán
algunos-.
Persevera en tu camino, erguido, digno, hermoso, como el corazón,
el amor, y la palabra que abraza, que ni aún con la muerte se extinguen, ni
pueden ser jamás silenciados por el miedo.
Paréntesis, travesía, puente quizás para que las conciencias
despierten y los corazones se acerquen y bullan.
Seguiremos serenamente caminando, confiando, porque el tiempo de
la luz, de la libertad, y de la humanidad está al llegar, y lo haremos posible
entre todos, y la iniquidad, la ignorancia y las sombras, vencidas
y disueltas por la verdadera sabiduría e inteligencia.
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