Muchas noches
mientras duermo, sueño con que estoy volando.
Cual ave ligera y
firme me desplazo desde lo alto.
Desde la altura
diviso la tierra y sus habitantes,
desde allí todos
iguales, ya sean pequeños o grandes.
Puedo ver los animales
que corretean por los campos,
en busca de su
sustento y el de sus crías, sin descanso.
A veces para
impulsarme, mis pies uso de resorte,
otras veces, busco
alturas para iniciar mi despegue;
luego, utilizo los
brazos y agitándolos consigo,
velocidad suficiente
para ganar más altura
que me lleve a mi
destino.
Pero siempre se
produce algún hecho inesperado,
que frustrando mis
deseos me termina despertando.
Me invaden las
pesadillas que incomodan mi descanso,
una noche más se pasa, y me levanto cansado.
Esto algunos
interpretan, que es ansia de libertad,
y no hay deseo que
más libere que ser capaz de volar.
Evadirse de ataduras
que condicionen tu vida,
que coarten tu
libertad y te sientas reprimido.
Dar rienda suelta a
tu instinto y realizar tus proyectos,
cosas que te hagan
feliz sin causar perjuicio ajeno.
El transcurrir de los
años va cambiando el panorama,
tengo menos ataduras,
y creo conocer la causa.
Ya sueño menos que
vuelo, y cuando lo hago es en calma,
ahora lo hago
disfrutando, ya nada sujeta mis alas.
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